El Colegio Diocesano de Cáceres volvió a demostrar que la educación con valores también se vive fuera del aula.
En la jornada por el trabajo decente en Cáceres, nuestros alumnos y profesores se unieron a una causa que representa lo que somos: una gran familia que cree en la dignidad, la justicia y el poder de cada pequeño gesto para transformar el mundo.

El pasado 7 de octubre, nuestro colegio participó en la concentración por el Trabajo Decente organizada por la Plataforma Iglesia por el Trabajo Decente de la Diócesis Coria-Cáceres, una jornada en la que fe y compromiso social caminaron de la mano para recordar algo esencial: el trabajo digno es un derecho, no un privilegio.
Durante días, nuestras aulas se llenaron de color, de ilusión y de manos pintadas. Los alumnos más pequeños, participaron en la creación de pancartas con mensajes de apoyo y esperanza.
La más destacada, nuestra gran pancarta con el lema “Yo me pringo por el Trabajo Decente”, se convirtió en símbolo visible del compromiso del colegio con esta causa.

Cada mano estampada en ella representa una promesa: la de esforzarse por construir un mundo donde la dignidad del trabajo y el respeto a las personas sean siempre lo primero.

Aprender valores con las manos manchadas de color
Esta actividad fue una oportunidad perfecta para educar desde la experiencia y el corazón. A través de este gesto simbólico, nuestros alumnos comprendieron que “pringarse” significa implicarse, mojarse, no mirar hacia otro lado.
Porque en el Dioce sabemos que la educación en valores es el camino para formar ciudadanos comprometidos, solidarios y conscientes de la realidad que les rodea.

Un colegio que enseña con el ejemplo
El Dioce participó junto a otros colegios, movimientos y parroquias de la ciudad, compartiendo un mismo espíritu: el de quienes creen que una sociedad más justa empieza en los pequeños gestos.
Nuestra presencia en la Plaza Mayor de Cáceres fue una forma de decir “aquí estamos”, no solo como comunidad educativa, sino como Familia Dioce, unida por los valores del Evangelio, el respeto y el trabajo bien hecho.
Una llamada a seguir construyendo juntos
Esta jornada fue mucho más que una actividad dentro y fuera del aula: fue una lección de vida.
Cada mano de color, cada sonrisa y cada palabra compartida nos recordaron que todos podemos aportar algo para hacer del mundo un lugar más digno y humano.
En el Colegio Diocesano de Cáceres seguiremos “pringándonos” por lo que creemos justo, educando con esperanza y formando a nuestros alumnos para que sean personas comprometidas, felices y solidarias.
Porque en el Dioce, cada gesto cuenta… y cuando se educa desde el corazón, las manos siempre terminan llenas de color.
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